Hermosa por su arquitectura, la tumba 104 contiene las pinturas mejores conservadas de todas las tumbas encontradas hasta ahora en Monte Albán. Fue descubierta por el arqueólogo Alfonso Caso en el año de 1932.
Se encuentra ubicada en la plataforma norte del sitio arqueológico de Monte Albán debajo del aposento del W. del patio "C".
Dentro de ella se encontró un cuerpo masculino, seguramente un gran sacerdote, en posición de cúbito dorsal extendido, acompañado de una gran cantidad de vasijas, sahumadores, ollas, vasos, etcétera.
La fachada de la tumba se caracteriza por tener arriba del dintel, un nicho en el cual se encuentra una gran urna de barro negro, la cual tiene delante la representación de un dios sentado, con un tocado que asemeja la máscara del dios de maíz o Pitao Cozobi.
Debajo del tablero donde se encuentra el nicho se puede apreciar lo que fuese la tapa de la tumba; una gran piedra arenisca esculpida por ambos lados, la cual de piensa, fue utilizada solo 2 veces. En el canto de la lápida se encuentran diversos jeroglíficos.
La arquitectura del interior de la tumba 104 podemos observar las pinturas casi al fresco que decoran las paredes de la misma.
Encontramos dentro de las pinturas que se empleó el color rojo y negro, colores que simbolizan la guerra; así mismo encontramos colores como el azul, amarillo, gris y el color del estuco se piensa que era en representación del color blanco.
Dentro de dichas pinturas, encontramos diversos simbolismos, de tal modo que pareciera que los personajes y glifos de las paredes laterales se dirigen a la imagen que está pintada en el fondo de la tumba.
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